Quinta Lectura: Jesús Resucitado – Nuestra Justificación y Llamado a la Obediencia

Durante la quinta lectura del retiro, el líder Enoch Requena compartió una profunda reflexión basada en Romanos 4:25, centrándose en la resurrección de Jesús como fundamento de nuestra justificación y propósito como Iglesia.

En su mensaje, Requena destacó aspectos esenciales de la vida cristiana. Primero, meditó sobre la aparición del Señor a la orilla del lago y la pesca milagrosa, utilizándola como símbolo de obediencia a la voz de Dios. «No debemos permanecer en la arrogancia», afirmó, instando a los presentes a perseverar en la fe incluso cuando los resultados parezcan escasos, confiando plenamente en la guía del Padre.

También enfatizó la total dependencia de Dios, recordando a los oyentes que nada se puede lograr separado de Él. Requena reafirmó la importancia de cultivar una relación auténtica entre Padre e hijos, Maestro y siervos, advirtiendo contra la dependencia de la fuerza humana en la obra del Reino. «Nuestras vidas deben ser genuinas, sin máscaras ni pretensiones», exhortó, llamando a fortalecer la fe y al fiel cumplimiento de la Gran Comisión de «ir y predicar».

En un segundo momento, Requena señaló que junto a Cristo, podemos lograr grandes cosas, pero solo después de asumir la responsabilidad de pastorear a sus ovejas. Esta tarea, dijo, implica un proceso continuo de entrega, carga de la cruz y comunión con el Señor. También enfatizó que todos los creyentes son iguales ante Dios, independientemente de sus roles de liderazgo, pues todos están llamados a servir con humildad.

Finalmente, el líder invitó a los presentes a «pelearse la buena batalla de la fe» desde lo más profundo de sus corazones hasta las expresiones externas de sus vidas. Concluyó su enseñanza con un llamado a vivir con convicción, vigilancia y compromiso con la misión del Reino, preparando nuestras vestiduras espirituales ante el inminente regreso del Señor.

Esta primera parte de la enseñanza sentó las bases para una comprensión más profunda de la resurrección de Cristo como la piedra angular de nuestra justificación y nuestro llamado a vivir con propósito.