Que nada ni nadie te desvíe de tu meta

El domingo 13 de abril de 2025, los miembros de la Iglesia Emanuel de Puerto Ordaz participaron en su servicio habitual, donde el Señor llenó sus vidas de gracia a través del sermón titulado «Que nada ni nadie te desvíe de tu meta», basado en Juan 18:1-11 y predicado por el pastor Manuel Duque.

El Pastor comenzó relatando la escena de esa noche: En la calma de la noche, bajo la luz de la luna que se filtraba entre los olivos de Getsemaní, ocurrió un acontecimiento que perduraría a través de los siglos. Este momento estuvo marcado por la firmeza ante la adversidad, el amor protector incondicional y la entrega total a la voluntad de Dios.

Jesús de Nazaret, plenamente consciente de la prueba que le esperaba, no se acobardó ante la llegada del grupo armado liderado por Judas, uno de sus discípulos más queridos. A pesar de la profunda angustia mostrada durante su intensa oración previa, Jesús enfrentó a sus captores con una serenidad asombrosa. Cuando le preguntaron: «¿A quién buscáis?», respondió con firmeza: «Soy yo», lo que provocó la retirada y la caída de quienes vinieron a apresarlo. Este acto, lejos de buscar evitar su destino, reveló una autoridad única y una clara decisión de cumplir el propósito de Dios.

En medio de la confusión de sus seguidores, Pedro, guiado por un amor leal pero impulsivo, desenvainó su espada y golpeó a un siervo del sumo sacerdote. La reacción de Jesús fue contundente: «Mete tu espada en la vaina; ¿acaso no he de beber la copa que el Padre me ha dado?»

Estas palabras reflejan un amor que antepone la seguridad de los suyos a cualquier otra consideración. Jesús, plenamente consciente de su misión, intervino para proteger a sus discípulos, asegurándose de que fueran liberados mientras él realizaba el sacrificio. Su preocupación no era por sí mismo, sino por quienes lo acompañaban.

Esta historia de Getsemaní nos enseña a no rendirnos ante la adversidad cuando buscamos un propósito mayor que nuestros propios deseos. Jesús, aun conociendo el sufrimiento que le aguardaba, no buscó caminos fáciles ni intentó huir. Su valentía residió en aceptar la cruz como parte de su misión.

El pastor Emmanuel destacó una imagen de amor y protección. En el momento de mayor dificultad, Jesús se interpuso entre sus seguidores y sus captores, garantizando la integridad de sus discípulos, incluso a costa de un sacrificio mayor. Este acto manifiesta el amor que protege a los débiles y vulnerables, incluso cuando implica un gran coste personal. Finalmente, el pastor resaltó la frase clave del pasaje: «¿No he de beber la copa que el Padre me ha dado?». En estas palabras se encuentra la esencia de la entrega de Jesús y del plan de Dios. A pesar del dolor y la incertidumbre, Jesús mostró una obediencia inquebrantable, inspirándonos a confiar en un propósito mayor, incluso cuando el camino es arduo y difícil de comprender.

Este evento en Getsemaní no es solo un episodio histórico bíblico, sino un faro de fe que nos recuerda el poder transformador del amor que protege y la paz que se encuentra en la obediencia a Dios, incluso en medio de grandes desafíos.

Los miembros de la Iglesia Emanuel se sintieron profundamente conmovidos por el mensaje. Al final, reflexionaron sobre la importancia de permanecer firmes en su meta: Jesucristo, y pidieron oraciones para permanecer enfocados en Él.