Antes del Calvario: La noche en que la injusticia humana y nuestra avaricia condenaron al Hijo de Dios.

El jueves 17 de abril de 2025, los miembros de la Iglesia Emanuel de Puerto Ordaz celebraron un servicio especial como preludio al Retiro de Pascua. En un ambiente cargado de reverencia, meditaron sobre uno de los momentos más oscuros y reveladores de la historia humana: las últimas horas de Jesús antes de ser crucificado.

El mensaje fue compartido por el pastor Manuel Duque, quien nos llevó a contemplar, con profunda sensibilidad bíblica, la dolorosa red de injusticia, traición y debilidad humana narrada en Juan 18:12-21.

Comenzó explicando cómo la noche del arresto de Jesús estuvo marcada por la perversa alianza de los líderes religiosos Anás y Caifás, quienes, guiados por la envidia y la avaricia, se detuvieron para condenar al Hijo de Dios. Anás, aunque ya no era oficialmente sumo sacerdote, mantenía un poder de facto dentro del sistema religioso. Su interrogatorio no fue un acto de justicia, sino un intento de intimidación y manipulación, fruto de un corazón herido por la luz que Jesús trajo al exponer la corrupción del templo. El deseo de venganza de Anás refleja hasta dónde puede llegar el corazón humano cuando se opone a la verdad.

Mientras tanto, en el patio del sumo sacerdote, se producía otro acto de dolorosa traición: Pedro, uno de los más cercanos al Señor, movido por el miedo, negó conocerlo tres veces. El pastor compartió cómo esta escena refleja la fragilidad de la naturaleza humana, incluso en quienes han estado cerca del Señor. La valentía que le faltó a Pedro en ese momento nos cuestiona sobre nuestra propia fidelidad en medio de la presión y el peligro.

La noche en que Jesús fue arrestado fue, sin duda, la manifestación del pecado humano en su máxima expresión: la codicia disfrazada de celo religioso, juicios injustos, negaciones cobardes; y, sin embargo, esa misma noche fue también el umbral de la mayor expresión de amor: la entrega voluntaria del Hijo de Dios por los injustos. Fue la antesala del Calvario, donde se revelaría no solo la maldad humana, sino también la infinita gracia de Dios.

El servicio concluyó con una ferviente oración de los hermanos de Venezuela, pidiendo un corazón limpio y sensible, listo para recibir la gracia de Dios en los días de retiro que comenzarían el 18 de abril. Que cada reflexión nos lleve a reconocer que la cruz no fue solo el resultado del odio ajeno, sino también de nuestra propia necesidad de redención.